En el siglo XXI, los envases ya no se pueden limitar a proteger el producto y esperar a ser consumidos y reciclados. Tendrán otras tareas antes inimaginables: liberar partículas que alarguen la vida de los productos frescos, avisar si el filete ya no es apto para el consumo o evitar que un virus pueda contaminar nuestras verduras. De hecho, algunos de estos packs inteligentes o activos ya están en el mercado, aunque la mayoría en Japón y Estados Unidos. Su generalización en Europa puede llegar antes de un año, cuando la Unión Europea complete su normativa al respecto.
Crear un envase que frena la proliferación de hongos en las fresas, una bolsa que libera partículas para mantener fresca una lechuga o un pack que destruye los posibles virus de un pepino, ya es posible. La cuestión ahora es cuándo será habitual verlos en cualquier súper.
Envases que hablan y actúan
José María Lagarón, vicepresidente de la Sociedad de Ingenieros del Plástico e investigador del CSIC, está convencido que, a pesar de la crisis, estarán en nuestras neveras antes de un año: “El coste de esta nueva tecnología se verá altamente compensado por la reducción de pérdidas que se conseguirá alargando la vida de los productos frescos”. Tampoco duda de la inmediata llegada masiva de los packs inteligentes (con sensores que informan del estado del producto) Núria Herranz, de ITENE (InstitutoTecnológico de Embalaje): “Ya son una realidad, pero se están investigando en desarrollos de bajo coste para que su aplicación generalizada pueda llegar en el corto plazo.”
Un paso más allá están los envases activos, que alargan la vida útil del producto a base de nanotecnología (que actúa a nivel de átomos y moléculas). “Uno de los principales avances, apunta José María Lagaron, es el uso de nanopartículas en el plástico para impermeabilizar más el material, crear la ultra-barrera”. Así, explica, “se logra alargar la vida útil de los productos haciendo el envase más impermeable, evitando que el oxígeno entre en el interior y lo deteriore”. Estos avances, además, permitirán que se generalicen envases hasta hace poco imposibles, como la botella de cerveza de plástico donde no se pierde ni gas ni aroma a través del envase.
Otra innovación que alargará la vida de la fruta y verdura que compramos y evitará grandes pérdidas serán los “nanorecubrimientos”. Algunos se usan ya en fruta importada de alto valor, como el mango. Como explica José María Lagarón, “el nanorecubrimiento se puede usar sobre el envase o directamente sobre el alimento. Extiende su vida útil, pero es invisible y totalmente comestible porque todo son sustancias naturales”. Así, cada una de las finísimas capas de nanorecubrimiento cumple una función: retrasar la deshidratación, evitar la maduración acelerada, etc. Otra aplicación, comercializada ya en Japón, es el envase que evita la contaminación por virus y que podría ser clave para evitar crisis de seguridad alimentaria.
Los avances no se detienen aquí, porque los nuevos envases activos también estarán dotados de elementos anti-hongos, muy indicados para carne fresca, productos en lonchas, fruta y verdura... Rafael Gavara, investigador del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA), ha desarrollado un envase que detiene la proliferación de hongos en las fresas, una de las frutas más vulnerables, pero su coste aún sería elevado para un producto tan económico. Más allá del precio, el envase activo puede tener aplicaciones aún inimaginables. En el IATA, desarrollan envases que mejoran la calidad nutricional del producto: han creado un envase que reduce el colesterol de la leche que contiene en un 25% o una película comestible que aporta calcio a las fresas. El reto, ahora, pasa por perfeccionar el pack y reducir su coste para que un día llegue al lineal del súper.
Nuevos materiales ecofriendly
La investigación e innovación en el packaging ha logrado otro gran reto: encontrar sustituto a materiales no biodegradables. Son los biopolímeros, materiales provenientes de fuentes naturales como la fécula de patata, la caña de azúcar o el almidón de maíz que, una vez tratados, tienen el aspecto y las propiedades de un bote de champú o una caja transparente. Desde AIMPLAS (Instituto Tecnológico del Plástico), Pedro Melgarejo asegura que su uso, probado ya por marcas como Coca-Cola o Lanjarón, “es una clara tendencia de futuro”. Otras, también con objetivo ecofriendly, son los packs de material reciclado y la reducción de materiales para conseguir envases más ligeros, más baratos de transportar y que producen menos residuos.
En la lucha por reducir el impacto medioambiental en todas las fases de la cadena, un punto clave sigue siendo el material. Por eso, desde AIMPLAS (Instituto Tecnológico del Plástico), Pedro Melgarejo apunta dos claras tendencias en el packaging: “Los materiales reciclados y el uso de biopolímeros.”
Más información
www.hispack.com