El déficit de Vitamina A supone un grave problema en más de 70 países en todo el mundo. Las personas afectadas por esta forma de malnutrición pueden quedarse ciegas y, debido a su sistema inmunitario debilitado, presentan mayor probabilidad de contraer enfermedades como diarrea o el sarampión. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en todo el mundo, entre 140 y 250 millones de niños y niñas menores de cinco años sufren de déficit de vitamina A. Las mujeres con malnutrición presentan asimismo un riesgo mucho mayor de morir durante el embarazo o el parto.
Vitamina A es el nombre dado al retinol y diversos compuestos relacionados, que presentan una actividad biológica similar. La vitamina A es esencial no sólo para la visión sino también para casi todas las funciones del cuerpo humano: el sistema nervioso, la producción de sangre, proteínas, el metabolismo, la miel, las mucosas, las hormonas, el esqueleto y el sistema inmunitario.
Como el cuerpo humano no produce Vitamina A debe ingerirla con los alimentos, y esto es un problema para la población de los países emergentes y en vías de desarrollo. No pueden permitirse comprar comida cara como pescado o carne con alto contenido en grasa, que son una fuente natural de esta vitamina, y se nutren con alimentos baratos como aceite, maíz, arroz y harina. Pero estos alimentos básicos pueden reforzarse con nutrientes adicionales, por ejemplo vitaminas y minerales.
Refuerzo de alimentos básicos
BASF ha puesto en marcha programas para paliar esta grave situación. “Con sus programas, BASF lucha contra la malnutrición en países emergentes y en vías desarrollo” explica el Dr. Claus Claus Soendergaard, Global Application Manager en BASF. “Y lo hace ayudando a reforzar los alimentos básicos con una forma de vitamina A especialmente protegida frente a condiciones adversas que podrían descomponerla”.
“El principal objetivo es asegurar el suministro a largo plazo de alimentos que contengan vitamina A” apunta el Profesor Dr. Michael Krawinkel, presidente de “Human Nutrition with Focus on International Nutrition” en la universidad Justus-Liebig en Gießen (Alemania). “La vitamina A sólo tiene un efecto duradero si se toma de manera regular en pequeñas dosis. Una única dosis en una cápsula de vitamina A sólo presenta beneficios a corto plazo”, explica. “Reforzar los alimentos básicos como el aceite, el azúcar o la harina, que la población consume de manera regular y en cantidad suficiente, constituye un posible medio para conseguir una solución a largo plazo”.
BASF fabrica en Ludwigshafen la vitamina A utilizada para reforzar aceite, harina y azúcar. El compuesto de partida, el citral, se transforma a través de un proceso multietapa hasta obtener un complejo de vitamina A que es líquido, soluble en grasa y que sólo puede mezclarse directamente en aceite comestible. Si se quiere mezclar con alimentos sólidos como la harina o el azúcar, el compuesto tiene que pasar por un proceso de microencapsulación que tiene lugar en la planta de BASF en Ballerup (Dinamarca). “Aquí, la vitamina A se embute en pequeños elementos protectores de almidón o gelatina”, explica Soendergaard. La razón es que las elevadas temperaturas en los países destinatarios destruirían la valiosa vitamina.
Apoyo a los fabricantes locales
Soendergaard explica a los fabricantes locales cómo reforzar los alimentos con la vitamina A. “Siempre se sorprenden al ver qué pocos cambios tienen que efectuar en el proceso”, afirma. “Llevamos a cabo un estudio conjunto de los requerimientos técnicos, y definimos exactamente qué hay que añadir a la planta de producción y cómo tendrá que utilizarse en el futuro”.
El organismo sólo necesita pequeñas cantidades de vitamina A y por lo tanto, basta con muy poca cantidad de la vitamina para reforzar los alimentos. Un kilogramo de harina reforzada, por ejemplo, sólo contiene de tres a cinco miligramos de vitamina A. Con el objetivo de evitar la sobredosis, el proceso de reforzar los alimentos básicos con vitaminas está sujeto a una estricta regulación, y la dosificación de vitaminas en los distintos países emergentes y en vías de desarrollo se determina de acuerdo con las diversas agencias de salud.
Por ello BASF ha desarrollado un cómodo kit para test in situ, que permite a los fabricantes comprobar la concentración de vitamina que se añade. Así, con un minilaboratorio del tamaño de un maletín se evita tanto la escasez como la sobredosis de vitamina. “Ofrecemos a nuestros clientes una solución completa, no sólo la vitamina A”, apunta Soendergaard.
El Food Fortification Team de BASF, que así se llama la división encargada del refuerzo de alimentos, opera en más de 30 países en todo el mundo incluyendo el programa Safo (Strategic Alliance for the Fortification of Oil and Other Staple Foods) – Alianza Estratégica para el Refuerzo de Aceite y otros Alimentos Básicos-, una asociación público-privada entre BASF y GTZ, una empresa de cooperación internacional para es desarrollo sostenible con base en Eschborn (Alemania).
Esta asociación público-privada -Public Private Partnership (PPP)- está financiada por el Ministerio alemán de Desarrollo y Cooperación Económica (BMZ), y llevada a cabo por GTZ. “El objetivo de Safo es proveer a la población de bajos ingresos de seis países emergentes o en vías de desarrollo seleccionados de alimentos básicos de bajo coste reforzados con vitamina A” explica Evi-Kornelia Gruber, coordinadora del Safo en GTZ. Hasta el momento, el programa se ha aplicado en Bolivia, Brasil, Tanzania, Indonesia, Camboya y Uzbekistán.
“Safo ayuda a la gente a reforzar localmente los típicos alimentos básicos de cada país, e incluso los hogares con bajos ingresos pueden costearse los alimentos reforzados”, explica Gruber. “Reforzar aceite comestible con vitamina A incrementa el precio entre 0,1 y 0,2%”.
Más información:
Julia Jespersen
Environmental Policy & Innovations BASF
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Rosa-Maria Martin-Kirner
Relaciones Públicas y Comunicación BASF Española, S.L.
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www.hki.org